Los textos de la Palabra de Dios para este domingo nos insisten en la oración que en el discípulo de Cristo ha de ser constante. “Orar sin desfallecer” es la postura de corazón que ha de ir cultivando cada cristiano en su vida espiritual, tener el corazón abierto a su Creador y Redentor mediante la oración incesante.
Los santos son quienes mejor han entendido el Santo Evangelio, por eso son sus mejores exegetas. Este año estamos celebrando junto a toda la Iglesia el 150 aniversario del nacimiento de Santa Teresa del Niño Jesús “la santa más grande de los tiempos modernos”(Pio XI). Dejémonos iluminar por sus palabras fruto de una relación personal con Jesucristo nuestro Señor.
“Orar sin desfallecer”
¡Cuán grande es el poder de la oración! Se diría que es como una reina, que a cada instante tiene libre acceso a los aposentos del rey pudiendo obtener de él todo lo que le pide. Para ser escuchada, de ninguna manera, es necesario leer en un libro una bella fórmula compuesta para la circunstancia; si fuera así, ¡Ay! ¡Cuán digna de compasión sería yo! Fuera del Oficio Divino, que soy muy indigna de recitar, no tengo valor para esforzarme en buscar en los libros hermosas oraciones, eso me produce dolor de cabeza, ¡hay tantas! Y además, son todas, a cuál más bella. Yo no podría recitarlas todas, y no sabiendo cual escoger, hago como los niños que no saben leer, digo simplemente al Buen Dios lo que le quiero decir, sin hacer frases bonitas, y él me comprende siempre.
Para mí, la oración, es un impulso del corazón, una simple mirada dirigida al cielo, un grito de agradecimiento y de amor, tanto en el interior de la prueba como cuando me invade el gozo; en fin, es una cosa muy grande, sobrenatural que me dilata el alma y me une a Jesús”. (Historia del un alma, manuscrito C). ¡Feliz Domingo con mi bendición!