Así termina el Evangelio de este domingo: «se abrió paso entre ellos y seguía su camino«(Lc 4,30). Los vecinos de Jesús, quienes le han visto crecer, no le conocen. A la vista de los milagros realizados en Cafarnaún, se creen en el derecho de exigir obras prodigiosas ante sus ojos. El Señor tiene otro camino, «otro alimento», la voluntad del Padre. Nosotros también escuchamos admirados las palabras de gracia que salen de los labios del Salvador: «el Espíritu del Señor está sobre mí porque me ha ungido, me ha enviado a evangelizar a los pobres»(Lc 4, 18). Pero a diferencia de sus paisanos no queremos secundar los impulsos propios de la carne y de la sangre, sino la llamada que Cristo nos hace, seguir su camino. San Francisco de Sales en un sermón aludiendo al seguimiento de Cristo señalaba que uno de los motivos porque sacamos poco provecho a la Palabra de Dios es que, en ocasiones, cuando nos sentimos interiormente tocados, dejamos la ejecución del propósito para más tarde: «Hay dos causas por las que no se saca provecho. La primera es que si bien se la escucha y se siente uno interiormente tocado, se deja su ejecución para mañana«(Cfr. San Francisco de Sales, Sermones VIII y IX). En este Domingo pidamos al Señor por mediación de la Virgen María oído atento y corazón dispuesto para responder a las inspiraciones de la gracia que conducen a unirme cada vez más a Jesucristo. ¡En cuantas ocasiones nos hemos podido lamentar de no haber orado lo suficiente, de no haber recibido el Sacramento de la Confesión con arrepentimiento sincero, de no pedir perdón a quien hayamos ofendido, etc. Es Domingo, primer día de la semana, suplicamos al Señor la gracia para reconocer su voz en medio del ruido que nos circunda y prontitud seguir su camino. ¡Feliz Domingo!