Queridos hijos: hemos entrado de lleno en el tiempo santo de la cuaresma. A continuación reproducimos una texto que expresa muy bien lo que pretende este «tiempo fuerte» en nosotros. El autor del texto es el P. Máximo Pérez S.J, gran apóstol de la juventud. Este artículo está extraído de la Revista Hosana que animaba a todos los niños y jóvenes del M.E.J, la sección juvenil-infantil del Apostolado de la Oración. Espero que sea de tu agrado y te ayude a «querer, a partir de esta cuaresma, vivir como Jesús, con Jesús y en Jesús».
CON “C” DE CENIZA
Así comienza la Cuaresma: permitiendo que nos arrojen ceniza sobre la cabeza. No, no se trata de un perfume de París, no. Se trata de ceniza de verdad, ceniza negra, que es polvo. Y ¿por qué? Porque debemos eliminar de nosotros la idea de que somos importantes e imprescindibles; porque debemos dejar de compararnos con los demás y creernos mejores que ellos… No, señor; somos como los demás: tan deleznables como los demás, tan polvo como los demás, tan pecadores como los que nos parecen grandes pecadores… “Acuérdate de que eres polvo” nos dicen mientras nos descargan un puñado de polvo en la cabeza. Y a la hora de la verdad esos somos: un puñadito de polvo que piensa, que siente, que ama y que quiere ser amado y estimado…La Cuaresma comienza con esta verdad, situándonos así ante la VERDAD, enseñándonos a vivir en la VERDAD, y mostrándonos la VERDAD OCULTA detrás de tantas apariencias humanas. ¿Qué hay detrás del cantante-estrella, del famoso youtuber, del político popular, del hábil financiero?, ¿Qué hay detrás de los árbitros y esclavos de la moda, de los jóvenes rebeldes, de los pasotas?, ¿Qué se esconde en los que se evaden de los problemas de la vida por la puerta de la droga, y qué se oculta en los que se alimentan de la pornografía? Polvo, polvo, polvo… Se sopla sobre él y se dispersa. Este polvillo de la ceniza cuaresmal tiene la virtud de eliminar esa costra de polvo que nuestra vanidad acumula sobre nosotros para darnos sólo una apariencia…“Acuérdate, hombre, de que eres polvo…”
CON “C” DE CONVERSIÓN
¡Qué ejemplo de conversión nos da el polvo de cemento…! Abrimos un saco de cemento y una nube de polvo brota de él; porque es eso, polvo; polvo finísimo que hay que mantener cerrado para que el viento no nos arrastre. Lo toma el albañil, lo mezcla en proporciones adecuadas de agua y arena y… el polvo “se convierte” en un sólido indestructible. Los pilares de los puentes, los cimientos de los rascacielos, las bóvedas de los túneles… están fabricadas con un polvo “convertido” en sólido. Era polvo: ya no. Pueden soplar contra el los huracanes, estrellarse los torrentes… Ya es piedra sólida. Este polvo humano que somos todos, puede convertirse, debe convertirse en granito duro e inconmovible que pueda resistir, sin quebrarse, los disgustos, lo doloroso, lo molesto… los aluviones que a veces trae la vida. “Convertíos y creed en el Evangelio”: es palabra que también se nos dice al tomar la ceniza. Convertirse, transformarse, cambiar, adoptar el estilo del Evangelio… Gran trabajo para la cuaresma.
CON “C” DE CREER
Cada uno se convierte en aquello que cree. ¿No crees más que en la materia, en lo que ves y tocas? Más pronto o más tarde te convertirás en un animal movido exclusivamente por tus instintos. ¿Crees en la fuerza “todopoderosa” del dinero? Te convertirás en una máquina de gozar y de gastar dinero y sólo tendrás ojos para mirar a quien gana y a quien gasta más que tú. ¿Crees en Dios tu Padre? Tratarás de vivir como hijo de Dios. Intentarás hacer la voluntad del Padre como lo mejor y más importante que puedas hacer en este mundo. ¿Crees que tú Padre es Todopoderoso? Te pondrás en sus manos y estarás contento con lo que Él disponga de ti, porque no te sucederá nada malo. ¿Crees que es sabio? No le pedirás cuenta de lo que hace o permite: porque Él-esta es la fe- sabe lo que hace. ¿Crees que te ama? Entonces vivirás alegre porque te sientes amado y querido siempre y en todo, y tú puedes amarle también en todo. Así vivía su vida Jesús, el Hijo amado del Padre. Esta “C” de CREER debe ser mayúscula siempre. ¿Por qué nos empeñamos en escribir siempre el verbo CREER con minúscula como si se tratase de algo poco importante en la vida? ¿No reprendía Jesús a sus discípulos porque, aunque tenían fe, esta fe era pequeña y minúscula? Cuaresma es para acostumbrarme a escribir con mayúscula la palabra CREER… Tan mayúscula que pueda merecer la alabanza de Cristo: “¡Oh mujer, grande es tu fe!”(Mt 15, 28); o aquella otra: “No he encontrado una fe igual en todo Israel” (Lc 7,9).
CON “C” DE COMPROMISO
No hay más que un compromiso en la vida del cual arranca todo cuanto hacemos y podemos hacer: nuestro bautismo. El núcleo de este compromiso es querer vivir COMO Jesús, CON Jesús y EN Jesús. COMO Jesús, porque Él ha implantado un estilo de vida nuevo en el mundo. Es el ESTILO DE JESÚS. Querer ser del M.E.J (sección infantil-juvenil del Apostolado de la Oración) es querer valorarlo como lo más eficaz para la salvación del mundo y aceptarlo, y aceptarlo como norma de nuestra conducta. CON Jesús, porque esta asimilación del ESTILO DE JESÚS no la hacemos ni podemos hacerla solos. Jesús está con nosotros con su Palabra y con su Espíritu para realizar lo que para nosotros resultaría imposible. EN Jesús, porque el compromiso bautismal no es para hacer cosas fuera de Jesús, sino para permanecer EN ÉL y para que ÉL permanezca EN NOSOTROS. Se trata, ni más ni menos , de vivir la vida en unión total con Jesús, de entregarle todo lo que es nuestro para que Él lo viva EN nosotros: de fundirnos con Él, para que nosotros lo vivamos EN ÉL.